HORA CERO
Son las 2 de la tarde cuando el rey Oakland deja a sus aliados escondidos al pie de los acantilados en la zona noreste del dios tortuga, para que se repongan de sus heridas. En una acción desesperada, el rey pretende ganar un poco de tiempo acercándose al campamento enemigo para obtener información y con un poco de suerte ubicar a Isaac, el clérigo curador.
Mientras tanto, el equipo que debe pactar con el Aboleth, observa escondido desde una zona alta hasta que la druida, en un intento por llamar a su loba Nici, silba fuertemente y atrae a un grupo armado de Skums.
Los héroes dudan entre luchar o huir, pero las sabias palabras de Sirim y el apasionado beso que le roba a Natasha les hace entender que no todas las batallas se ganan con el filo de la espada, por lo que el grupo depone sus armas y en calidad de prisioneros descienden para hablar con la antigua bestia.
En el campamento enemigo, utilizando sus habilidades mágicas para crear distracción, Oakland logra infiltrarse y descubre que el caos reina en todo el lugar. Armas en el piso, tiendas a medio levantar y enemigos durmiendo uno sobre otro en grupos desperdigados es apenas una muestra de la forma en que el ejercito verde se comporta. Esta falta de orden presenta para el rey la oportunidad de avanzar y descubrir la tienda principal, donde podrían tener capturado a Isaac.
Lo que también llama poderosamente la atención del rey son dos cajas, a un costado de la tienda principal, tan grandes como una casa, totalmente cubiertas por pieles y lonas. Osadamente Okland decide acercarse a investigar cuando es avistado por el enemigo, por lo que corre hacia una de las grandes cajas mientras un aletargado grupo de boggards le pisa los talones.
INEVITABLES
La comunicación con el Aboleth se convierte en el principal problema que debe sortear el segundo equipo. Después de varios intentos e ideas, finalmente Sirim consigue utilizar su magia para librar este obstáculo y tener una plática fluida con la bestia. Los modales del Aboleth son escasos y su prepotencia y egocentrismo molestan a Svetlana, sin embargo la druida mantiene la calma y trata de conseguir toda la información disponible y lograr la tan ansiada ayuda. Pero las cosas no salen bien, no hay ejército para apoyarlos y al Aboleth no le importa en lo más mínimo cualquier problema que tengan unas criaturas que él considera tan inferiores.
Todo cambia cuando Sirim le cuenta que en sus sueños de muerte escuchó un llamado a Shoggoth y el ente contestó. A partir de esa revelación la prepotente bestia se vuelve cooperativa y les explica que deben buscar un medallón de los planos y contactar a los inevitables en el plano del orden. Es una experiencia riesgosa pues podrían quedar irremediablemente perdidos en los planos.
En el campamento enemigo, el alocado escape de Oakland lo lleva a introducirse en una de las inmensas jaulas cubiertas, solo para encontrarse con un horrible Otyugh. Para buena fortuna del ranger, encuentra a la bestia comiendo y eso le otorga los segundos necesarios para escapar de la jaula solo para salir frente a cuatro soldados anfibios que intentan detenerlo. La agilidad y reflejos de Oakland le permiten escapar y ocultarse dentro del caótico campamento.
Desde su escondite, el rey observa que su ejercito se ha separado en dos grandes batallones a la espera de la señal para iniciar el ataque en contra el campamento enemigo; y a su vez el ejercito verde se prepara lentamente para repeler el ataque. Oakland se percata que el frío que acompaña al inicio del invierno ralentiza a los hombres rana y los entorpece. Ese descubrimiento le permite al rey abrazar una esperanza y confiar en que es un buen momento para ir al combate.
Antes de que parta el grupo de Svetlana y Sirim, el Aboleth le indica al bardo que desea hablar con la druida, a la que reprime severamente pues notó sus desplantes y le ordena que se incline y se disculpe sinceramente. En un acto de humildad y temple, la druida inca una rodilla en tierra mientras acepta la superioridad de la egocéntrica criatura. Al notar la sinceridad de la respuesta, el Aboleth le ofrece un añejo cofre con algunos objetos mágicos que le podrían ser útiles en su aventura.
PRISIONERA EN LINEAS ENEMIGAS
El segundo grupo, lidereado ahora por Sirim y Svetlana, parte rumbo al campamento enemigo y lanzan la señal para que la hoguera se prenda y el ejercito inicie su marcha hacia la batalla final. Las cartas están echadas y ahora todo depende de los caballeros devastadores de Asdrubal. Ambos ejercitos se presentan en el campo de batalla y el sonido de metal chocando con metal resuena por todo el lugar. Oakland observa desalentado que una de las jaulas donde encierran a las grotescas bestias es llevada al campo de batalla y sabe que el poder de esos monstruos puede inclinar la balanza hacia el caótico ejercito enemigo.
Mientras el rey asecha, la buena fortuna le sonríe y observa que de la tienda principal se asoma un slaad de piel gris al que todos obedecen; seguramente el líder del ejercito verde. Por esa razón, Oakland decide entrar en esa tienda desde la parte posterior, aunque para lograrlo debe enfrentar a cuatro guardias.
Al mismo tiempo Svetlana se ha adelantado con el apoyo de los guardias Shan-No y Sho-On, tratando de infiltrarse por la parte sur del campamento enemigo, pero una patrulla de vigilancia los descubre y tras un rápido enfrentamiento son derrotados, los dos guardias mueren y la dama devastadora cae inconsciente a los pies de sus captores.
Sirim, que se había rezagado un poco, utiliza sus encantamientos para volverlos invisibles a él y Natasha y de esta manera entra en el campamento enemigo sin ser detectados. Temerariamente avanzan hacia la tienda principal donde encuentran al rey peleando con los guardias de la parte posterior de la tienda principal y lo ayudan a salir victorioso.
Ha pasado una hora desde el plazo seguro para la reina Sasha y aunque el rey y Sirim están ya en el campamento, el resto de sus aliados se encuentran heridos y Svetlana ha caído prisionera. El ejercito de Asdrubal y sus aliado elfos se encuentran en desventaja numérica luchando contra un ejercito verde aletargado pero dos gigantescas bestias pueden hacer la diferencia y terminar con toda esperanza.
…la batalla ha comenzado y en alguna parte, el caos se regocija.